Estamos de acuerdo al afirmar que \»todos los padres desean lo mejor para sus hijos\».
Pero si intentáramos hacer un sondeo y recoger las opiniones sobre lo que cada padre-madre considera como \»lo mejor\», encontraríamos un abanico heterogéneo -y hasta contradictorio- de respuestas; respuestas que se traducen fielmente en comportamientos concretos a la hora de organizar la vida familiar.
Muchos padres consideran fundamental ofrecerles una preparación sólida y amplia para el futuro que les espera cuando sean adultos y, en consecuencia, pretenden que sus hijos afronten precozmente la competitividad y los retos de los adultos. Otros, priorizan que no carezcan de nada de lo que ellos carecieron, por eso deseando ofrecerles \»lo mejor\» entran en una espiral de trabajo interminable que acaba privando a sus hijos de lo que, sin duda, es lo mejor : su presencia cercana, jovial, afectiva y efectiva en esos años vitales para su maduración.
Afortunadamente atrás quedaron los padres que, defensores de una educación autoritaria aplicada con disciplina y castigos ejemplares, en ocasiones dejaron hijos traumatizados. Ahora los planteamientos son otros, pero también pueden entrañar sus riesgos.
Por eso este artículo Niños estresados hace una llamada de atención para prevenir/evitar que los hijos sean posibles víctimas del estresante ritmo de vida que impera en nuestra sociedad.