La comunicación instantánea

Ese es el título de la penúltima revista AVIVIR. Su título completo es:  LA COMUNICACIÓN INSTANTÁNEA Relaciones light de la “generación multimedia”.

Se puede hojear, ver, leer… pulsando aquí o sobre la imagen
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Y estos son sus artículos más directos sobre el tema:

    • La comunicación instantánea  (Rápida, fácil y con demasiada frecuencia… superficial)
    • Comunicación y común unión (Hacia una comunicación cabalmente humana)
    • Retrato de ciudadano apresurado (Vivir con prisa nos impide pensar y lo que es peor, nos impide sentir)
    • En el cuarto de estar (Aquellas tardes de invierno, lejanas e interminables)
    • ¿Esclavizados por el móvil? (Ningún aparato ha cambiado tanto nuestra vida cotidiana)


Entresaco algunas frases del penúltimo artículo (En el cuarto de estar)

...Nos movemos a ritmos mucho más acelerados y raramente nos permitimos “perder” toda una tarde alrededor de una mesa camilla en despreocupada tertulia con amigos o familiares.
 Nuestras agendas están muy ajustadas y ya no nos entretenemos escuchando relatos mitificados como los que antaño daban lustre a nuestras modestas y, no obstante, dichosas existencias.
  Hemos sustituido la tibia calidez de las mesas camilla por la confortabilidad de unos estupendos tresillos magníficamente tapizados de suaves paños o pieles bien curtidas,  orientados,¡faltaría más!, hacia la inevitable televisión. Ella es, ahora, nuestra narradora oficial. A ella le tenemos encomendada la tarea de entretenernos y de ilustrarnos, ella nos adoctrina en relación a lo que debemos pensar, a lo que nos conviene creer y a lo que debemos desechar.

…Porque nadie podrá negar que la familia es el espacio por antonomasia para la comunicación en profundidad, para la confidencia, para ese tipo de encuentros en los que se hacen presentes las emociones y se da libertad para que afloren los afectos.

…Probablemente no contemos ya en nuestras casas con una acogedora mesa camilla.
 En ella, y al amparo de sus tibios faldones, nos protegíamos, en otros tiempos, de los fríos de inviernos nada clementes.
  Pero, sobre todo, con la inevitable proximidad de unos con otros que su propia estructura física propiciaba, nos curábamos de soledades y experimentábamos la cálida presencia de aquellos, vecinos, familiares o amigos que, de una u otra forma, más nos importaban.

… En ausencia, por lo tanto, de la mesa camilla, tratemos de recuperar el espíritu de  proximidad y de cordialidad que ella simbolizaba. Ese espíritu empático que nos permite sintonizar con el otro y reparar en lo nimio, en lo aparentemente
insignificante, en lo que habitualmente nos pasa desapercibido: en la mirada huidiza que anuncia un desengaño, en el gesto que reclama un amor nuevo…
  …En su ausencia, de lo que no podemos despedirnos es de la necesidad que todos experimentamos de mantener modelos de comunicación que nos permitan sentirnos vivos, reconocidos, queridos…
  Una comunicación profunda que nada tiene que ver con la trasmisión de obviedades y sí con hacernos mutuamente partícipes del caudal de vivencias que se suceden en lo más hondo de nuestro yo.
  …Comunicar, en el sentido más genuinamente humano, no es contar cosas, cuanto compartir contenidos emocionales, no es referir lo que nos acontece, sino expresar lo que sentimos, no es parlotear de lo que tenemos o de lo que ambicionamos poseer, sino hacernos regalo, los unos a los otros, de nuestras emociones, nuestros gozos o pesares, nuestros afectos, nuestros valores…

 

 

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