Creo que vale la pena reflexionar sobre estos 10 puntos sobre el perdón en la cotidianidad de la vida familiar. (Está sacado de del \»Boletin Salesiano\» nº 06, de junio de 2013.)
1 Aceptar que es diferente. La familia se construye sobre la alteridad y la diferencia. Fácilmente el otro reaccionará de modo diverso, verá las cosas de modo diferente. Hay que estar incesantemente a la escucha de la temperatura del corazón del otro y preguntarle su \»modo de usarlo\»: \»Si te amo mal, si te piso los pies, dímelo para que cambie; si te amo como se debe, dímelo igualmente para que siga así\».
2 Poner como base de la familia este \»contrato\»: \»Nosotros no nos haremos nunca sufrir voluntariamente\».
3 Considerar los aspectos positivos. Con demasiada frecuencia los pequeños litigios ocultan los aspectos maravillosos de la vida de familia. Es importante dar sólo la importancia que tienen a los pequeños problemas.
4 El amor crece a través de estos pequeños perdones. Cuanto más se acostumbre a perdonar las pequeñas cosas, más se perdonarán las grandes. Del mismo modo, cuanto antes se haga, será mejor.
5 Hablar, explicarse. Perdonar es más fácil cuando hay comunicación. Es necesario pedir perdón. Sencillamente, sinceramente, humildemente. No dudar en dar el primer paso. La palabra hace milagros cuando su tono es justo, sin juicios, porque crea y recrea. Para perdonar y ser perdonado tenemos necesidad de oír estas palabras: \»Te pido perdón\», \»Te he dadoun disgusto\», \»Me puse nervioso\», \»Me he equivocado\». Estas palabras tocan el corazón y suscitan un diálogo seguramente lleno de humildad y sinceridad, que de otro modo no habría tenido lugar.
6 Reconocer la herida que se ha hecho. El que ha sido herido necesita saber que su herida ha sido tenida en consideración. Hay que manifestar al otro que se es consciente del sufrimiento que ha tenido, de su intensidad… Es muy natural justificarse encontrando excusas en el propio pasado, sobre todo recordando golpes de los otros (los padres) o fuera de la pareja (la suegra). Es importante comprometerse en un proceso de verdades para descubrir los propios errores personales y reconocerlos humildemente.
7 Dar tiempo al tiempo. Hay que aceptar que no nos llegue inmediatamente una palabra de perdón. Cuando se está dominado por la cólera, se requieren tiempos de calma, de reflexión y también de oración para adquirir la capacidad de pedir perdón. Es un proceso largo y complejo y hay que esperar que el tiempo haga su obra. Algunos olvidan en seguida la ofensa, sobre todo cuando se trata de ofensas leves. Otros tienden a miniarlas. Aunque se dicen \»se acabó\», sus ojos y su ceño siguen demostrando que el hecho no se ha digerido todavía.
8 Aprender a negociar. Significa buscar una solución media, que tenga en cuenta los dos puntos de vista. Esto supone que cada uno, en un primer momento, trate lealmente, con empatia, de ponerse en el lugar del otro, de entrar en su modo de ver.
9 Reconciliarse. Aunque la reconciliación no es indispensable para el perdón, el perdón es completo cuando florece con el restablecimiento de las relaciones. El perdón no es todavía la reconciliación, pero es su camino. El perdón es un catalizador que crea el clima necesario para un nuevo comienzo. Perdonar es volver a dar confianza. Es volver a estar \»como antes\». Significa reparar y cambiar. La marca de la sinceridad al pedir perdón es el esfuerzo que nos compromete a hacer lo posible para no caer en los mismos errores.
10 Un perdón total es una cosa divina, que aprendemos sólo de Dios. El cristiano no dice: \»Yo creo en el pecado\», sino \»en la remisión de los pecados\». Y cuando el sacerdote dice: \»Yo te absuelvo\», dice mucho más que \»se te perdona\». Absolver significa volver a dar la libertad al que estaba atado, significa romperle sus cadenas. Cuando el perdón nos parece imposible, miremos a Cristo en la cruz. En el mismo momento en el que, suspendido de los clavos, muere de asfixia con un sufrimiento indecible, tiene el valor de olvidarse de sí mismo para inclinarse sobre sus verdugos y perdonarlos. La del perdón es la gracia más grande. La oración familiar de la noche es una ocasión maravillosa para intercambiarse el perdón. Amar es ser capaz de rezar juntos»-el Padrenuestro. Ningún vínculo conyugal resiste sin perdón.
Bruno Ferrero
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